Hoy 26 de febrero se cumplen 12 años de la
desaparición física de Arturo Úslar Pietri, y la fundación que lleva su nombre
reedita la versión en digital del ensayo publicado en el diario El
Nacional el 7 de enero de 1974 “O ranchos o desarrollo”, en
homenaje al legado intelectual de este excepcional venezolano y tesis
fundamental
Las palabras de Úslar Pietri hace 39 años presentan, hoy
más que nunca, validez y vigencia. Las advertencias realizadas en “O ranchos
o desarrollo” no fueron escuchadas y las consecuencias de esa terrible
omisión las padecemos hoy, en pleno siglo XXI.
Para 1974, Úslar ya señalaba que si no nos ocupábamos
del gran problema que suponía atender integralmente el éxodo del campesino de
las zonas rurales hacia los grandes centros urbanos, llegaríamos a enfrentarnos
a una profunda crisis social que ocasionaría una pérdida de valores y por
consiguiente, la instalación de la violencia.
Ese campesino que llega a la ciudad y se enfrenta a
condiciones de riesgo y a las más terribles necesidades de alimentación,
vivienda, salud, educación y empleo, generó cambios de patrones y conductas
propias, formando una subcultura distorsionada que se agrupaba en los
alrededores del centro urbano y que quedaron totalmente marginados de servicios
públicos y políticas sociales.
Cuando 80% de los delitos cometidos en el país ocurren
en sectores populares, cuando en 90% de los delitos cometidos en el país está
involucrado al menos un adolescente y la cifra de muertes violentas en Caracas
asciende a 3.164 fallecidos anualmente, nos damos cuenta que estamos viviendo
las consecuencias directas de no atender esas necesidades que relataba Úslar
Pietri, ni de generar políticas que lograran la transformación de dicha
realidad social. Cuando al venezolano se le niegan las oportunidades, se lo
estamos entregando a la violencia.
Su preocupación no sólo sigue vigente, sino se agrava.
Venezuela se sigue debatiendo entre “el rancho y el desarrollo”, porque
aunque se han realizado intentos por dar respuesta a grandes exigencias
sociales frente a la pobreza, la construcción de viviendas, la dotación de
centros de salud y el mejoramiento del sistema educativo, las medidas aplicadas
han sido insuficientes frente a las graves falles estructurales del Estado
venezolano.
Mientras haya venezolanos que aún viven en ranchos de
madera, zinc y cartón, que no van a la escuela y no tienen la manera de
sustentar económicamente a su familia, Venezuela seguirá anclada en el
subdesarrollo.
Estamos obligados a reflexionar y conocer al venezolano
de hoy. Úslar Pietri realizó un diagnóstico de su tiempo. Nosotros debemos
hacer lo mismo si queremos ofrecer verdaderas políticas sociales
transformadoras que terminen con la crisis que estamos viviendo.
El venezolano de hoy ya no se llama Juan Bimba, pero
quizá su nieto o bisnieto se llama Wilker, vive en una de las zonas más
deprimidas de Carapita, tiene 16 años, no asiste al liceo y tiene un arma de
fuego. Nuestro reto: transformar para siempre esa realidad. Ese es el
mejor homenaje que le podemos hacerle a Arturo Úslar Pietri.