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Un país petrolero no puede ser
un ejemplo de cómo hasta las refinerías se caen y vuelan a pedazos |
Estamos en
una cruzada educadora. El objetivo lo tenemos claro y hacia él vamos avanzando:
lograr una Caracas y una Venezuela sigada por la educación, por la formación,
como la gran solución. Sólo con educación podremos ponerle fin a la inseguridad
y a la violencia, al irrespeto del otro, a la ineficiencia administrativa, al
desarraigo por lo nuestro y al poco impulso para hacer del país un territorio
grande y próspero. Las metas están claras.
Es una
propuesta concreta frente a quienes hoy irresponsablemente controlan al Estado.
Lo dijo Uslar Pietri a tiempo: el proyecto de Chávez es inviable. Ahora hay que
agregarle que no sólo no logró sus objetivos, sino que se llevó por delante al
país en su intento. Lo único viable para una sociedad destrozada, es la
educación.
Los que
fracasaron ahora hablan de denuncias de planes violentos, de agendas ocultas,
de desestabilización. ¿Quién fomenta la violencia? También está claro: quienes
fracasaron en su proyecto político, quienes no se ocupan de tener un sistema
educativo de primera línea, quienes no se ocupan de que las escuelas se
conviertan en el eje central de la organización social, quienes no se ocupan de
integrar a la comunidad con su escuela y brindar nuevas y mejores formas de
educación, quienes dejan por fuera a más de 4 millones de niños y jóvenes
expulsados de un sistema escolar desfasado, que no mira al futuro ni es capaz
de brindar respuestas en el presente.
Mantener la
precariedad de las escuelas, mantener el abismo entre primaria y secundaria
porque no hay suficientes liceos, mantener a niños fuera de las aulas porque
hacen falta más de 5 mil nuevas escuelas, eso sí es fomentar la violencia.
Algunos creen que el asunto es no hacer
“llamados violentos”, cuando el cinismo les cubre su propia acción que afecta
directamente a los más jóvenes y, claro, a los más pobres, a quienes su única
manera de formarse es a través del sistema de educación pública, aunque sea
deficiente.
Una madre de
un barrio sabe que su niño necesita ir a la escuela. Ese es el camino. No le
hace falta más que las ganas de ver crecer bien a su hijo para saber que la
educación no solo lo puede proteger del hampa, de la inseguridad, de las bandas
delictivas y de la cárcel, sino darle las herramientas para que haya movilidad
social hacia arriba, para que su futuro sea mejor que su presente. El que puede
incluso se sacrifica para pagar un colegio privado, a sabiendas que el Estado
no le garantizó lo que la Constitución le otorga: el derecho a una educación
pública, gratuita, eficiente.
Porque un
niño que no va a la escuela, o uno que va a una escuela chimba administrada por
los inviables que nos llevaron a este fracaso, es víctima de la violencia
gubernamental, de la violencia burócrata de quienes controlan las
instituciones, se llenan los bolsillos, se llenan la boca de discursos huecos,
mientras el pueblo sigue en el abismo, en la caverna.
Nuestra
llamado sí es a la paz, pero para construirla hace falta educación. Para que
haya progreso hace falta educación. Para que haya futuro hace falta educación.
Por eso ratificamos nuestro compromiso con lograr hacer de Caracas una ciudad
educadora como tantas veces la hemos expuesto, y estamos convencidos que el
cambio que viene en el país en apenas semanas va a abrir la puerta a hacer de
Venezuela también un territorio todo educador. Por eso hay que activarse,
participar y votar.
Amuay
La lamentable
explosión ocurrida en la refinería de Amuay debe servir como un alerta de cómo
trabaja nuestra industria petrolera. Los trabajadores tienen toda nuestra
solidaridad. La familia de los fallecidos nuestra condolencia. Los heridos
nuestros deseos de recuperación, así como todos los afectados por la nube de
humo y partículas. Hemos activado toldos en varias parroquias para recolectar
insumos y enviarlos a las victimas y a sus familias.
Pero en Pdvsa
hay que destapar las cosas. Cifras de organizaciones laborales señalan que 56
trabajadores han fallecido en accidentes desde 2007 hasta febrero de 2012, de
los cuales 28 eran del sector de hidrocarburos. Mientras el sector eléctrico
registra al año 500 accidentes, la industria petrolera alcanzó esa cantidad
desde 2005, pero en siniestros con lesiones que causaron discapacidad parcial o
total a los afectados.
En Pdvsa
pareciera no aplicarse la Lopcymat, Ley Orgánica de Prevención, Seguridad y
Medio Ambiente del Trabajo. ¿Dónde está el Inpsasel, Instituto Nacional de
Prevención y Seguridad Laboral? En junio hubo una explosión en un pozo de
Casigua-El Cubo con cuatro trabajadores heridos de gravedad con quemaduras de
hasta 90% de su cuerpo.
Desde aquí
pedimos que se tomen los correctivos necesarios. Un país petrolero no puede ser
un ejemplo de cómo hasta las refinerías se caen y vuelan a pedazos, ni hablar
de que no hay una unidad de quemados de primera línea. Ya basta.