jueves, 23 de mayo de 2013

Caracas a Lápiz #99: Más educación, menos alcabalas



El pueblo de Caracas no aguanta más mentiras ni más improvisaciones, especialmente con el tema de la seguridad. El Plan Patria Segura, militarizar las calles, está siendo tratado como si fuera la panacea contra la violencia, obviando su carácter represivo o al menos intimidatorio. Pero la realidad es otra, especialmente porque la primera zona de Caracas que fue militarizada fue la parroquia Sucre, Catia, donde se supone que la Policía Nacional Bolivariana ha estado ejecutando su plan piloto y haciendo del lugar una zona segura. No lo lograron. ¿No es tan fácil, verdad?

Ahora optan por implementar el viejo y gastado esquema de las alcabalas cuando lo que hace falta, en materia policial, es patrullaje a fondo. Un poco de uniformados viendo cada carro que pase por un punto determinado y retrasando el tráfico no es un método que sirva para apresar a los delincuentes. Simplemente el que pase de lejito y vea las luces, los conos y la cola da media vuelta y se va por la transversal. O peor, da el pitazo a otros "colegas".

Si no hay patrullaje, no hay seguridad. Pero el verdadero meollo está además en la impunidad. Porque sin castigo no hay temor, y el malandro sabe que si roba y si mata no le va a pasar nada; no lo pondrán preso, no lo dejarán detenido, no habrá castigo. Solo 8 de cada 100 homicidios termina en una detención, que ni siquiera garantiza que haya juicio ni pena, según el Observatorio Venezolano de Violencia. En 1998 había 118 detenciones por cada 100 asesinatos. Además, en aquél año cayeron 4.500 muertos, el año pasado 21 mil según datos independientes y 16 mil según admite el gobierno, ello a pesar de que la población en estos 15 años no ha aumentado en la misma proporción: 4 veces más.

Nos seguimos matando mientras las autoridades siguen improvisando. Hace falta una política seria de seguridad, pero especialmente de educación, de inclusión, de renovación de valores ciudadanos, además de la creación de nuevos espacios para la convivencia social.

@aecarri

sábado, 18 de mayo de 2013

Caracas a Lápiz #98: Soluciones de abajo hacia arriba



Hacer gobierno de calle no puede significar solamente dar discursos frente a una cámara de televisión. Gobernar en la calle es conocer la realidad del pueblo, caminar sus veredas, hacer de la relación con la comunidad un intercambio más horizontal y no de imposiciones “desde arriba”. Es, precisamente, subir hasta allá “arriba” a la punta de las colinas, de los cerros, donde nada llega excepto la gente, sus sueños y su esperanza.

En el sector El Carmen, en la carretera vieja a Los Teques en la parroquia Macarao, justo arriba de la vía del Metro Los Teques siguen esperando ese cable a tierra de un gobierno cada vez más sordo. Allí está Migdalia, una valiente luchadora social que nos recibe en su casa.

Esta semana ella misma nos contó la historia de uno de los niños de la comunidad, un pequeñito de 3 años que lamentablemente padece de autismo. Sus padres no tienen los recursos para llevarlo a un médico, hacerle exámenes, o tratamiento. Por eso él sigue allí, como el país ignorado, llorando, entre quejidos y reacciones. Y sin hablar. Ese niño es especial, pudiera ser la luz de toda la comunidad pero la sombra de la desidia gubernamental lo tapa, a pesar de que en El Carmen la gente sea organizada y trabajadora. Pero la necesidad es más grande, y la ausencia de un empujoncito la hace más pesada.

Ese sector de 30 casas sigue sin tener tuberías de aguas negras ni blancas, y está en riesgo porque el terreno es inestable. Una situación que no se podrían atender porque no pueden subir carros que solo tienen acceso hasta un punto del camino y después el paso solo es a pie y por caminos de tierra.

Allí la política ya no es un velo. Aunque muchos son fieles seguidores del expresidente Hugo Chávez pero su verdadero norte es conseguir soluciones, mejorar su vida. No quieren partido sino respuestas, la que no reciben ni del alcalde ni de ningún representante del gobierno.

Por eso la respuesta debe ser social, colectiva. Pronto abriremos junto a la comunidad una Casa del Lápiz para el cuidado de niños, para que así las madres puedan trabajar tranquilas y puedan pavimentar un mejor futuro para sus hijos. Entre todos nos ayudamos.

lunes, 6 de mayo de 2013

1968, el año de la verdad




Por Antonio Ecarri Angola 
Fuente: El Nacional

Una etapa cumbre de nuestra historia republicana se cumplió en 1968. Acción Democrática, partido de gobierno, sufre un fuerte cisma. 

El maestro Luis Beltrán Prieto se ve en la obligación de renunciar a la tolda que fundó, debido al conflicto irreconciliable con la candidatura de Gonzalo Barrios, y lanza su candidatura presidencial a través del novel Movimiento Electoral del Pueblo, MEP, organización que se lleva un fuerte contingente de la poderosa maquinaria blanca. Al mismo tiempo, la oposición avanza en su organización. 

Jóvito Villalba, Arturo Uslar Pietri y Wolfang Larrazábal se unen en busca del voto independiente y crean el Frente de la Victoria, que propone el nombre del talentoso líder Miguel Ángel Burelli Rivas. Por su parte, la democracia cristiana, representada en Copei y su líder Rafael Caldera, viene de un crecimiento sostenido de sus simpatizantes y de su estructura. Por si fuera poco, el ex dictador Marcos Pérez Jiménez es inscrito como candidato a senador por el Distrito Federal en la tarjeta de la Cruzada Cívica Nacionalista. 

Una democracia plural y vigorosa, alejada de la perniciosa polarización, hacía prometedor el futuro de Venezuela. 

El debate de las ideas, la diversidad de opciones serias hacían que la política venezolana se sometiera a una dura prueba: reconocer que una opción opositora ganara las elecciones y se respetara el resultado. 

Un venezolano de excepción marcó con su conducta la consolidación del sistema democrático. Manuel Rafael Rivero era quien ejercía la presidencia del otrora Consejo Supremo Electoral. Le correspondió ser el réferi independiente y autónomo al que le tocaría la inmensa responsabilidad de consolidar el orden y la paz de la república, y pasar la página de los bochornosos días del desconocimiento electoral más que conocidos en la historia republicana patria. 

Así fue, un resultado cerrado. Cuatro candidatos muy cercanos en resultado el uno del otro. Sin contar con tecnología, aún con un país rural y con muchas carencias de comunicación, se van conociendo las tendencias. Por escasos 31.175 votos la tendencia marcaba una ligera ventaja del candidato opositor copeyano sobre el candidato del gobierno, Gonzalo Barrios. 

Tuve el inmenso honor de conocer a Manuel Rafael Rivero, compartí una agradable tarde en su apartamento en Altamira y pude conocer de primera mano su testimonio. En aquel maravilloso encuentro, me relató su llamada al presidente Raúl Leoni y al candidato oficialista. Les participó que la tendencia era muy pequeña a favor de Caldera y su obligación era proclamarlo. Me contó, cargado de orgullo, de la respuesta de aquellos dos demócratas: Gonzalo Barrios le dijo: "El gobierno no puede darse el lujo de ganar por poco margen, nadie lo creería y sería el fin del sistema democrático. 

La oposición sí puede tener ese privilegio". Por su parte, el presidente Leoni le dijo: "Si Caldera gana por un voto, por un voto le entrego". De inmediato, se comunicó con el Alto Mando Militar y con el ministro de la Defensa, quienes ­sin titubeos­ respaldaron la decisión del Consejo Supremo Electoral. 

Lejos de haber sido un gobierno débil, el presidente Rafael Caldera pudo pacificar a Venezuela y llevar a cabo una obra de gobierno de las mejores de nuestra historia. Entre tanto, el partido AD se inauguró como partido opositor y dedicó su tiempo a renovar sus cuadros y a fortalecer su organización. Ya el final se sabe, volvió al poder en 1974. 

¿Cuántos Leoni, cuántos Barrios, cuántos Rivero, cuántos Caldera, cuántos Prieto, cuántos Burelli se necesitan para encauzar a Venezuela al camino del orden y de la democracia? Es nuestro tiempo, nos toca a una nueva generación de venezolanos crecer por encima de las pequeñeces y dar paso a la exigencia del reencuentro nacional en medio de la pluralidad de ideas. Urge, el país lo requiere.