lunes, 6 de mayo de 2013

1968, el año de la verdad




Por Antonio Ecarri Angola 
Fuente: El Nacional

Una etapa cumbre de nuestra historia republicana se cumplió en 1968. Acción Democrática, partido de gobierno, sufre un fuerte cisma. 

El maestro Luis Beltrán Prieto se ve en la obligación de renunciar a la tolda que fundó, debido al conflicto irreconciliable con la candidatura de Gonzalo Barrios, y lanza su candidatura presidencial a través del novel Movimiento Electoral del Pueblo, MEP, organización que se lleva un fuerte contingente de la poderosa maquinaria blanca. Al mismo tiempo, la oposición avanza en su organización. 

Jóvito Villalba, Arturo Uslar Pietri y Wolfang Larrazábal se unen en busca del voto independiente y crean el Frente de la Victoria, que propone el nombre del talentoso líder Miguel Ángel Burelli Rivas. Por su parte, la democracia cristiana, representada en Copei y su líder Rafael Caldera, viene de un crecimiento sostenido de sus simpatizantes y de su estructura. Por si fuera poco, el ex dictador Marcos Pérez Jiménez es inscrito como candidato a senador por el Distrito Federal en la tarjeta de la Cruzada Cívica Nacionalista. 

Una democracia plural y vigorosa, alejada de la perniciosa polarización, hacía prometedor el futuro de Venezuela. 

El debate de las ideas, la diversidad de opciones serias hacían que la política venezolana se sometiera a una dura prueba: reconocer que una opción opositora ganara las elecciones y se respetara el resultado. 

Un venezolano de excepción marcó con su conducta la consolidación del sistema democrático. Manuel Rafael Rivero era quien ejercía la presidencia del otrora Consejo Supremo Electoral. Le correspondió ser el réferi independiente y autónomo al que le tocaría la inmensa responsabilidad de consolidar el orden y la paz de la república, y pasar la página de los bochornosos días del desconocimiento electoral más que conocidos en la historia republicana patria. 

Así fue, un resultado cerrado. Cuatro candidatos muy cercanos en resultado el uno del otro. Sin contar con tecnología, aún con un país rural y con muchas carencias de comunicación, se van conociendo las tendencias. Por escasos 31.175 votos la tendencia marcaba una ligera ventaja del candidato opositor copeyano sobre el candidato del gobierno, Gonzalo Barrios. 

Tuve el inmenso honor de conocer a Manuel Rafael Rivero, compartí una agradable tarde en su apartamento en Altamira y pude conocer de primera mano su testimonio. En aquel maravilloso encuentro, me relató su llamada al presidente Raúl Leoni y al candidato oficialista. Les participó que la tendencia era muy pequeña a favor de Caldera y su obligación era proclamarlo. Me contó, cargado de orgullo, de la respuesta de aquellos dos demócratas: Gonzalo Barrios le dijo: "El gobierno no puede darse el lujo de ganar por poco margen, nadie lo creería y sería el fin del sistema democrático. 

La oposición sí puede tener ese privilegio". Por su parte, el presidente Leoni le dijo: "Si Caldera gana por un voto, por un voto le entrego". De inmediato, se comunicó con el Alto Mando Militar y con el ministro de la Defensa, quienes ­sin titubeos­ respaldaron la decisión del Consejo Supremo Electoral. 

Lejos de haber sido un gobierno débil, el presidente Rafael Caldera pudo pacificar a Venezuela y llevar a cabo una obra de gobierno de las mejores de nuestra historia. Entre tanto, el partido AD se inauguró como partido opositor y dedicó su tiempo a renovar sus cuadros y a fortalecer su organización. Ya el final se sabe, volvió al poder en 1974. 

¿Cuántos Leoni, cuántos Barrios, cuántos Rivero, cuántos Caldera, cuántos Prieto, cuántos Burelli se necesitan para encauzar a Venezuela al camino del orden y de la democracia? Es nuestro tiempo, nos toca a una nueva generación de venezolanos crecer por encima de las pequeñeces y dar paso a la exigencia del reencuentro nacional en medio de la pluralidad de ideas. Urge, el país lo requiere. 

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