La alerta que hemos hecho sobre el
laberinto en que se encuentra Venezuela sigue encendida. Mientras las
instituciones nacionales apenas pueden sostener una fachada de legitimidad unas
e independencia otras, el país está pronto a enfrentarse a nuevas situaciones
económicas, sociales y políticas que agudizarán la crisis y, por tanto, la
necesidad de que la sociedad asuma la responsabilidad de tomar el control y
marchar fuera del laberinto.
En un documento que hemos presentado
desde el partido Proyecto Venezuela se plasma muy bien lo que también hemos
venido alertando desde la Fundación Arturo Uslar Pietri: el país marcha a la
deriva, en una situación inédita en América y el mundo, al no haberse producido
el relevo de mando contemplado en nuestra Constitución. Quienes dirigen al país
lo hacen sin haber sido legitimadas por la voluntad popular, y además ejecutan
sus acciones luego de consultas e instrucciones expresas recibidas en el
extranjero, interesados en su bienestar y prolongación de poder personal.
La alianza política entre los
gobiernos de Venezuela y de Cuba supera ya una década de haberse iniciado. Pero
esas relaciones binacionales se han transformado, por la fuerza de la
irresponsabilidad y la antipatria, en subordinación de una nación, Venezuela, a
la voluntad de la otra, Cuba, lo que hoy -en medio de la ausencia del
Presidente- se ha hecho más que evidente.
Llevamos 49 días que el presidente
electo, Hugo Chávez Frías, no ha dado señales ciertas de su estado de salud y
sólo anuncios inciertos procedentes de funcionarios de su gobierno, quienes
tienen la desfachatez de llamar “información cierta, oportuna y veraz” a meras
retóricas, como la de remontar una cuesta.
Pero además, el jefe de la Casa
Militar, a quien corresponde velar por la seguridad del primer mandatario,
señaló recientemente que no ha visto al Presidente desde el 25 de diciembre,
vale decir, dieciséis días antes de la fecha en la que, según la Ley, fenecía
su mandato. Ese intercambio ya data de hace más de un mes.
La historia de Venezuela no recoge un
acontecimiento similar desde que el Coronel Carlos Delgado Chalbaud, entonces
Presidente de la Junta de Gobierno, fuese asesinado en noviembre de 1950. Es,
en efecto, la primera vez que la Fuerza Armada venezolana no tiene control
alguno sobre la integridad física del Presidente. Ese control lo ejercen las
autoridades de otro país, las autoridades cubanas.
Luego de 15 años de gobierno
ineficiente, de problemas agudizados, de populismo exacerbado, y de generar
“soluciones” con medidas que terminan causando nuevos problemas, nuevamente nos
encontramos en una encrucijada crucial. Dos rutas, solo dos, se han abierto
para el devenir venezolano. O bien continuar el viaje sin retorno que se ha
emprendido hacia la dependencia colonial de un pequeño y empobrecido imperio
caribeño, o trazarnos unidos, con decisión y madurez, un rumbo que nos permita
regresar a una Venezuela independiente, capaz de abrirse paso, con sus propios
medios y sus propios méritos, hacia un futuro promisor.
El llamado que hicimos desde Proyecto
Venezuela es a que los venezolanos nos unamos en defensa de la independencia
patria. A unirnos todos en torno a nuestra inviolable soberanía. El llamado es
también a nuestra Fuerza Armada, garante de la soberanía del país y del respeto
al orden constitucional.
Si hace doscientos años nos
convertimos en cuna de la libertad de la América, hoy nos corresponde, con igual
arrojo y entereza, unirnos al margen de toda parcialidad política, para hacer
frente juntos a la grave amenaza que nos subordina, para poder doblegarla y
convertir de nuevo a nuestra patria en faro luminoso de la libertad de América.
Ya basta de vagos comunicados. Ya
basta de jugar con los tiempos, buscando apuntalar opciones electorales. El
país tiene que enrumbarse hacia la consolidación de sus instituciones,
superando la casta de suplentes ineficientes que nos gobierna para que sea la
voluntad popular, soberana, la que marque el rumbo del país fuera del
abismo, y fuera del laberinto.
@alianzadellapiz
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