domingo, 20 de enero de 2013

Caracas a Lápiz #85: Urgencia parlamentaria


El laberinto en que se encuentra Venezuela está marcado por la carestía y por la incertidumbre. Desde un gobierno de muchos que en realidad representan a pocos, se nos quiere hacer ver que el país avanza con normalidad, a pesar de estar acéfalo en la práctica, aunque los hilos estén siendo manejados por uniformados militares de otro país cuyas órdenes están siendo aplicadas por quienes abandonaron la soberanía y la autodeterminación para abrazar el mandato del gobierno de una nación extranjera. Adiós, Constitución.

Nuestro país atraviesa momentos muy difíciles que exigen de la mayor fortaleza no solo de su pueblo sino de sus dirigentes, y además de la reacción oportuna de todos ante las pretensiones apátridas y entreguistas de quienes vestidos con votos ajenos pretenden continuar manejando el poder despóticamente y sin amparo legal que soporte dos leídas. En manos de esos está la nación.

La respuesta está clara en la Constitución que hay que rescatar y volver a hacer vigente. Desde hace semanas estamos alertando cómo Venezuela se ha convertido en un país de suplentes ineficaces, burócratas que desoyen las instrucciones de su propio jefe ausente como estrategia para llegar al fulano y tan mentado punto de no retorno, que no es más que el control absoluto de la legalidad para no soltar las riendas del país, esas que ponen a merced de La Habana.

Pero el escenario que viene en 2013 no es tan difuso como algunos creen. En Venezuela vienen escenarios electorales, judiciales, constitucionales y legales. Todos tendrán que ver con instituciones del Poder Público en sus diferentes niveles y todos requerirán la intervención de organismos que hoy están secuestrados por esos suplentes carentes de autonomía, de poder de decisión, y subyugados a la temporalidad del cargo, a la amenaza, a la improvisación y a la dominación del más fuerte.

Ya lo vimos en el Tribunal Supremo de Justicia con los siete magistrados cuyos períodos se vencieron y simplemente les quitaron las llaves de sus oficinas para dárselas a sus “suplentes” que ahora se sientan cómodos en ellas, reportándoles a un partido político, aun cuando una suplencia es tal en la medida que cumple el mismo período que el suplido. Esas suplencias también están vencidas.
En el CNE se acerca un escenario similar. Tres rectores terminan su tiempo a finales de abril, apenas semanas antes de un escenario electoral anunciado, las elecciones municipales, y  otro nacional que seguramente tocará anunciar, y aún no se sabe qué pasará si no se escogen sus sustitutos. ¿Subirán a los suplentes de manera indebida también? ¿Los perpetuarán en el cargo indebidamente? Las especulaciones se quedan cortas ante la maraña de excusas legales que este gobierno ha usado hasta ahora para sostener vagamente muchas de sus acciones.

Por eso es importante, y así lo reiteramos, que la Asamblea Nacional se enserie y asuma su rol. Ya basta de un Parlamento convertido en altavoz de insultos y descalificaciones. Ya basta de un Parlamento convertido en una mera caja chica de créditos adicionales a favor del burocratismo. Ya basta de un Parlamento de espaldas al país, incapaz de nombrar un Contralor General de la República en más de año y medio que tiene fallecido el titular de ese cargo. Ya basta de un Parlamento hecho cómplice de los desmanes del Ejecutivo, aplaudidor de burdos espectáculos como el de la memoria y cuenta. La Asamblea Nacional, el foro político más importante de un país serio debido a su representatividad, debe ponerse las pilas y enseriarse para devolverle al país su institucionalidad.

Sin instituciones fuertes Venezuela seguirá transitando por el laberinto que actualmente la envuelve. Sin instituciones fuertes el contrapeso del poder no existe. Sin instituciones fuertes estamos aún más a merced de decisiones diseñadas a la medida de los intereses extranjeros. Necesitamos poner el objetivo donde está porque mientras los suplentes andan en obvia campaña electoral, en el lado de la democracia hay inercia, despropósito, apabullamiento y quizá hasta miedo de no saber qué hacer, cómo actuar, cómo enfrentar a quienes tienen incluso el poder de jugar con los tiempos lo necesario para granearse la continuidad, ya no administrativa como falsamente se decidió, sino política.

Es un llamado de alerta al país. Es un llamado de urgencia al país. Exijamos que el país acéfalo quede atrás porque vienen nuevos retos y hay una sociedad que requiere de la activación oportuna y certera que ponga freno a las intenciones de unas cúpulas más podridas que nunca.
@aecarri

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