El 2013 se nos viene encima a los venezolanos como un enmarañado laberinto en el cual estamos inmersos sin
brújula. Más dramático aún, nadie
parece contar con las claves que permitan sortear las múltiples alternativas, encrucijadas y caminos
ciegos, y señalar la
trayectoria que nos permita escapar de la confusión y del desasosiego.
Una casta de suplentes quiere apoderarse de un país desmantelado, donde la violencia institucional
pretende esconder las terribles carencias de legitimidad, liderazgo y
autoridad. Han llevado al país a un laberinto donde la Constitución se convirtió en puro formalismo trayendo como consecuencia el suicidio
colectivo del sistema político y el
manejo de un país
absolutamente desmantelado.
La sentencia del TSJ que relaja el pacto social de convivencia de los
venezolanos al desautorizar el
contenido de la Constitución, en medio de
una crisis social, puede
llevarnos a un hecho catastrófico. Es el inicio de una etapa de descomposición donde las principales instituciones del país se rigen bajo la tesis de la “continuidad administrativa”, lo cual deja en manos de suplentes que ya demostraron su
impericia en el manejo de la crisis de fondo que vivimos los venezolanos. Están tratando de aferrarse al volante del autobús, pero no se han dado cuenta que no funciona
el motor y que tiene los cuatro cauchos espichados.
Mientras tanto, el Estado con su ciega ineficiencia ha dejado
que la violencia se apodere de la vida diaria de los venezolanos convirtiéndose en un factor de control social y
ciudadano. 80% de los delitos cometidos en el país ocurren en nuestros sectores populares.
En la práctica, la
principal incubadora de la violencia reside en los centenares de miles de
estudiantes expulsados anualmente sin razón por un sistema educativo ignorante y ausente en relación a las condiciones de vida de su clientela.
Este deslave continuado incluye a quienes aún finalizando sus estudios formales no
encuentran asidero alguno que los oriente y apoye en identificar ocupaciones dignas en las cuales desarrollarse
como personas, por lo que el aprendizaje en la criminalidad constituye el único recurso disponible para su sobrevivencia.
Todo
ello ocurre en un entorno marcado por un desmanejo exorbitado de la economía en su
sentido más amplio. La vulnerabilidad del actual modelo es tan grave que
el Ejecutivo se ha visto forzado a colocar un manto de opacidad en torno al
tema el cual, por la fuerza de la realidad, se verá obligado a levantar en los próximos
meses. Las medidas compensatorias y las estrategias de desinformación no
lograrán disfrazar el impacto sobre la vida diaria de los ciudadanos y
los consiguientes reclamos. El llamado “modelo
económico” no ha
resultado sino en un amasijo de decisiones inconexas, incoherentes y
contradictorias.
Por eso, las decisiones tomadas en los últimos días no se
pueden valorar de manera aislada. Esto ocurre en un estado de descomposición social que vivimos, muy grave, donde la
violencia juega diariamente a la ruleta rusa y es la que controla la vida de
los más vulnerables:
los sectores populares. Tenemos un país dirigido por autoridades suplentes que nos mantienen en la
anarquía y el caos.
Pero el pueblo no puede quedarse pasivo ante la destrucción. Hay que reinstitucionalizar a Venezuela. No
podemos seguir manejados por inercia o suplencias que agravan la crisis. Por
ello exigimos que la Asamblea Nacional se enserie y
designe, como le ordena la ley, a los magistrados del TSJ y los nuevos rectores
del CNE. No habrá salida electoral seria a
los problemas de Venezuela con un CNE manejado por suplentes, ni justicia con
un tribunal determinado por cuidadores de cargos y exclusión de los méritos.
También es
necesaria, primordial, la
recuperación de nuestra
soberanía frente al
empeño apátrida de seguir copiando un modelo político foráneo absolutamente fracasado. Un país como Venezuela no puede ser gobernado desde
una isla del Caribe.
VENEZUELA EN SU LABERINTO - FUNDACIÓN ARTURO ÚSLAR PIETRI
@aecarri / @alianzadellapiz
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