Terminó
la campaña y tenemos un resultado. Hay motivos de sobra para trabajar más duro.
El país no se acabó hace una semana, continúa en medio de una profunda crisis
social y de violencia. Parafraseando a Churchill, el trabajo debe estar
centrado en la próxima generación y no sólo en la próxima elección.
Sin embargo, pensando en esa generación futura,
no podemos rendirnos ni entregar espacios de la descentralización ya
conquistados. Desde ya tenemos que activarnos para las próximas elecciones, las
de gobernadores del 16 de diciembre. El guayabo y la resaca deben dar paso a la
fortaleza, a defender nuestras convicciones. El que se sienta indignado, que se
active para votar. El que se sienta golpeado, que se sacuda y se active para
votar.
Los retos nuestros siguen allí, pero no solo los
electorales. Estamos llamados a construir una nueva mayoría, no desde fórmulas
excluyentes, sino a partir de un profundo consenso político con la atención
puesta en los sectores populares, con los barrios, con las veredas, con los
caseríos y con los bloques, con ideas claras con una profunda sensibilidad
social. En Caracas el ejemplo está muy claro, cuando desde la convicción se
avanza y cuando desde la artificialidad se retrocede.
Hoy seguimos trabajando más fuerte que antes. Si
bien la mayoría de los electores decidió una opción, nosotros también decidimos
seguir dándole voz a ese pueblo que sabe que estando quien sea en Miraflores
necesita levantar las banderas de la responsabilidad pública, de la solución a
los problemas concretos sin respuesta, de que los huecos en El Junquito deben
ser tapados, el agua que llega a Caricuao debe ser limpia y la violencia en
Guarataro debe ser disminuida. Estaremos trabajando, junto a los vecinos en su
día a día, por quienes esperan soluciones que se van articulando como
respuestas sociales ante las adversidades de la gente.
Son dos frentes de lucha que se complementan. El
social y el político. Por un lado, acompañar a la comunidad, sentir sus carencias,
definir sus luchas, sumarse a su esfuerzo. Y por otro, motivar una
identificación que haga que nuestra lucha por sus reivindicaciones, que son las
de todos, también se traduzca en un acompañamiento político a nuestra opción de
cambio, de educación, de seguridad, de desarrollo pleno. Es lograr la simbiosis
perfecta que supere cualquier enamoramiento que exista hacia los que hoy
gobiernan. Corazón sin solución dura poco, amor con hambre y a trancazos no
dura.
Allí está la clave: estar en la comunidad. Nada
de imposiciones, ni zancadillas, ni liderazgos artificiales impuestos. La gente
necesita respuestas sinceras, y hay que estar allí para dárselas. Solo así
construiremos esa nueva mayoría, de abajo hacia arriba, desde los más
desposeídos, desde los más afectados por la violencia, por la falta de
servicios públicos, por la miseria. Desde esos sectores populares más golpeados
es que puede nacer una nueva mayoría, porque desde allí donde se padecen los
problemas es que se pueden articular las soluciones. No hay fórmulas, no hay
recetas. Lo que hay es trabajo duro, conexión con la gente y alianzas sociales.
No se puede obtener resultados distintos si las
acciones son las mismas. Reflexionar sobre la campaña es darse cuenta de lo
bueno que se hizo y de los puntos que quedaron pendientes. La democracia es
debate. La votación obtenida por la tarjeta MUD Unidad es una lección: la
unidad es plural; quien quiera ponerla de un solo color estará en el camino
equivocado. Estamos llamados a consolidar un amplio consenso, la unidad
superior, de abajo hacia arriba, con nuestros jovenes pero tambien con la
experiencia política clave para superar las crisis. Nos necesitamos todos.
Debemos continuar articulando un mensaje y una
acción que le hable a esos sectores a los que poco se le habla. En Caracas lo
hemos estado haciendo. Aquí no hay elecciones a gobernador, pero el compromiso
de crear una nueva opción política, una nueva mayoría y un espacio para las
soluciones sociales sabemos que va más allá de unas elecciones. La capital
sigue siendo un foco de atención primaria. Debemos entenderla, conocerla,
trabajarla y conquistarla para que más nunca quede en manos de los
irresponsables, de los vendedores de espejitos, de quienes corrompen y usurpan
la confianza del pueblo. Hagámoslo, pero hagámoslo bien. Es hora.
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