Nuestra Caracas cumplió 445 años. Es una dama antañona, como le han cantado infinidad de artistas y creadores. Todos recordamos los versos que le dedicó el maestro Billo que la asumió como suya, o las letras del cantor Alí Primera. A la capital, la cuna de Bolívar, el asiento del poder en Venezuela, le festejamos otro cumpleaños con la esperanza de verla, por fin, recuperada de tanta violencia, de tanta inseguridad y de tanta exclusión.
Durante décadas, especialmente la última, Caracas ha sido malquerida. Sus gobernantes la han tomado como un trofeo para luego no ocuparse de resolver los problemas. No basta hacer algunas reparaciones de fachadas. Eso hay que hacerlo, claro, pero Caracas no son muros, calles y casas viejas. La ciudad es eso y su gente. Y no puede haber orgullo en la ciudad si hay caraqueños que no tienen agua, que no tienen salud, que o tienen escuelas dignas donde formarse, si no hay espacios para la recreación y para el deporte.
La nostalgia por la Caracas de los techos rojos que cantó Billos ha impedido durante muchos años que haya amor también por la Caracas de los techos grises y negros por la impermeabilización de los edificios y las casas. A esta ciudad hay que quererla como es hoy, porque la historia nunca camina hacia atrás. Una vez que se comprenda eso, podremos convertir a Caracas en una ciudad de futuro, encaminada a ser una de las grandes capitales del mundo.
Nosotros lo tenemos claro, nuestro objetivo es lograr que nuestra ciudad se convierta en la ciudad educadora de América Latina. Imagina a Caracas con escuelas de calidad en cada sector popular, un espacio convertido en eje social y esparciendo educación, cultura, deporte, convivencia y valores sobre todo su entorno. La escuela como punto de formación para niños y jóvenes, y como punto de encuentro y convivencia para adultos.
También imagina una ciudad con servicios de salud para todos y con calidad. Donde los hospitales funcionen mejor que cualquier clínica privada, donde el sistema de salud se amplíe para poder atender a toda a ciudad sin penurias, sin esperas. Imagina también una ciudad sin huecos en sus calles, y con calles donde ahora solo hay tierra y abandono. Es posible, no hay que resignarse al abandono que se ha profundizado con los irresponsables que se han hecho con el poder local en los últimos años.
Por eso decimos que querer a Caracas no se trata de restaurar el centro de la ciudad. Más importante sería no haberlo dejado deteriorar nunca. Restaurarlo y conservarlo. Repararlo y cuidarlo. Suele faltar ese segundo paso. Cuántas veces no se invierten cantidades inmensas de dinero para “recuperación” de cosas de la ciudad que ya fueron recuperadas apenas algunos años atrás. Eso no es querer a Caracas, eso es aprovecharse de ella.
Pero además, querer a Caracas es querer a su gente. Mientras en las calles sigan cayendo muertos por la violencia y la inseguridad; mientras sigan niños sin poder ir a las escuelas y a los liceos o yendo con más dificultades que oportunidades complicando su aprendizaje; mientras más largas sean las colas en la morgue que en las bibliotecas; mientras más padres y madres deban lanzarse a la calle para “resolverse” como un pulpo porque no tienen cómo darle de comer a sus hijos; mientras las casas de nuestros sectores populares se sigan cayendo con cada lluvia y mientras haya damnificados y refugiados abandonados por los irresponsables, nunca tendremos una Caracas para celebrar.
El deslave social que hemos denunciado se evidencia cada día en las calles. El mejor regalo que le podemos dar a Caracas va más allá del 25 de julio de cada año. El mejor regalo es el trabajo incansable para darle a la ciudad un nuevo semblante, una nueva realidad social, económica, educativa, y hasta política. Y por eso nosotros trabajamos todos los días, como pequeños regalos continuados. Llegaremos al objetivo, estoy seguro. Mientras tanto, seguimos convocando a todos a sumarse, a querer a la ciudad y a trabajar por ella y por su gente. Los caraqueños son Caracas. Tú y yo somos Caracas. Lo que hagamos por la ciudad, lo estamos haciendo por todos nosotros y nuestras familias. Sigamos regalando futuro.
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