La semana pasada
se activó el Consejo de Estado, siempre es una muy buena noticia la activación
de una instancia constitucional, un país de instituciones y no de caudillos, es
lo que siempre hemos debido ser. Sin embargo, nunca había sido conformada en
los 12 años que tiene aprobada la actual Carta Magna. Es más, la ley que rige
su funcionamiento, ordenada por la Constitución, tardó esa cantidad de tiempo
en ser redactada y promulgada. Fue hasta
el 15 de febrero de este año que se dio a conocer en Gaceta Oficial, aprobada
por vía Habilitante (la que era para legislar sobre la emergencia de lluvias).
Total que ya hay
Consejo de Estado con cinco miembros y sus suplentes nombrados desde Miraflores
y a la espera de que se incorporen los que faltan: un representante de la
Asamblea Nacional, uno del TSJ y un gobernador por parte de los mandatarios
regionales. Se supone que el grupo se convierte entonces en asesores del
Presidente y en especial de los asuntos del ESTADO. Y aquí viene nuestro
llamado.
El Consejo de
Estado no debe ser ni un jarrón chino, ni un grupo de asistentes al servicio
del Presidente de la República. Debe ser una instancia nacional de encuentro.
Desde la Fundación Arturo Úslar Pietri (FAUP) exigimos la apertura del recién
convocado Consejo de Estado para que se convierta en una oportunidad de diálogo
nacional y no un órgano más al servicio del gobierno. Ya hemos visto todos las
consecuencias de los poderes de rodillas: Aponte Aponte y el largo etc. Debe
quedar claro que no es una instancia para que el PSUV venga a dirimir sus
conflictos internos o diatribas políticas.
A esa instancia
hay que ponerle mucha atención, porque las circunstancias por las que atraviesa
el país no son fáciles. Es cierto que existe vacío de poder cuando el
Presidente de la República está prácticamente inhabilitado por su salud. Es
cierto que existe vacío de poder cuando el Presidente despacha desde otro país.
Y también es cierto que el Consejo de Estado es un mecanismo para definir el
destino de Venezuela en los próximos años. Pero mucho cuidado con cambiar las
atribuciones constitucionales del Consejo de Estado. Este no puede ser un
órgano de transiciones, ni asuntos fantasmas. Es una instancia nacional para que
defina el rumbo de los grandes temas de la República.
No dejemos que
algunos interesados quieran convertirlo en una suerte de vacuna para la
gobernabilidad a puertas cerradas. Como decía Úslar Pietri: "debemos dejar
de ser el país de las oportunidades perdidas". Ojalá el Consejo de Estado
no sea otra oportunidad perdida.
Por cierto que
la primera tarea encomendada es preparar la salida de Venezuela del sistema
interamericano de Derechos Humanos, algo absolutamente desproporcionado que nos
pone frente a la amenaza del aislamiento. ¿Por qué escondernos? ¿Por qué
aislarnos del mundo? ¿Qué es lo que el gobierno quiere esconder? Pues malas
noticias para ellos, estemos fuera o no de la CIDH igualmente estamos sujetos a
todos los tratados internacionales que se establecen en la Constitución
Nacional. Hay un orden internacional que defienden los Derechos Humanos que
siempre estará vigente. Por ello, el Consejo de Estado debe convocar a la
sociedad a participar en la discusión de este trascendental tema. Doctor Rangel,
Doctor Mundaraín: ustedes tienen la palabra. Es la gran oportunidad del diálogo
nacional.
La Planta
El gobierno
anunció la clausura del retén de La Planta en Caracas luego de los sucesos
violentos, intentos de fuga, y hasta amenaza para los vecinos del sector, como
denunciamos en nuestro programa semanal de radio en Noticias 24. Ese cierre
traerá tranquilidad a esos vecinos, claro, expuestos a tiros, protestas, fugas
y hasta obstrucción de la vía y acceso restringido a sus propios hogares.
Están trasladando
a los presos de La Planta para engrosar el hacinamiento en otros penales,
porque en 12 años no se ha construido, ampliado o mejorado ninguna cárcel. La
“humanización” prometida quedó en palabrería y las prisiones siguen siendo
antros inhumanos.
Mientras en las
cárceles no se brinde espacios para la formación, en un ambiente que no sea
“donde se maten ente ellos” ni dominado por las mafias de afuera y de adentro
(las que pasan armas y drogas, por decir lo menos), no habrá regeneración,
reinserción, ni ninguno de esos objetivos que, en teoría, tiene una cárcel.
Lamentablemente para el gobierno son solo depósitos de gente, incluyendo el más
del 60 por ciento que está preso aún sin sentencia que los condene, sino
esperando audiencia, esperando veredicto y sufriendo el retardo procesal de una
justicia parcializada, corrompida e ineficiente.
@aecarri /
@alianzadellapiz
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