miércoles, 29 de julio de 2015

La Crisis del Petróleo



Antonio Ecarri Angola

Venezuela se juega su futuro. Esta frase ya es casi un lugar común, pero es necesario repetirla porque hemos llegado a un punto de no retorno. Las condiciones políticas, sociales y económicas nos obligan a reinventarnos para poder sobrevivir como república.

El principal o único ingreso de los venezolanos, el petróleo, está sometido a un ventarrón de cambios. En el corto plazo el entendimiento de Irán con occidente trae consecuencias importantes en el precio del barril, la sobreoferta de unos nuevos quinientos mil barriles, como mínimo, tendrá efectos directos sobre el mercado. Las nuevas tecnologías también juegan un papel estelar, entre ellas están los promotores del “fracking”, quienes están dispuestos a soportar -por un buen rato- la producción a pesar del alto costo. Por otra parte, la demanda también está afectada, pues la crisis Griega y la política de austeridad europea, junto a la deflación china, pronostican una baja que impactará ostensiblemente el mercado de los combustibles fósiles.

A mediano y largo plazo el ventarrón se convierte en tornado. Las constantes innovaciones tecnológicas, impulsadas por el cambio climático, también están jugando un rol protagónico. Conversando con expertos en el tema nos advierten del inmenso peligro que corre el país por las consecuencias del uso del carbón y de los combustibles fósiles en el planeta. Un círculo vicioso de difícil salida.

El uso de nuestro único producto de exportación contribuye de manera exponencial en el cambio climático. Se estima que en unos 40 años podríamos tener una grave crisis en el Delta Amacuro por el incremento de 50 centímetros en el nivel del mar, desapareciendo islas completas y ocasionando la salinización del Río Orinoco con nefastas consecuencias. Este fenómeno climatológico es mundial, y por ello muchos países exportadores de petróleo ya están tomando medidas alternativas heroicas. Arabia Saudita –el mayor exportador de petróleo del mundo- anunció recientemente que para el año 2040 podría estar consumiendo energía sólo a través de biocombustibles, energía solar y eólica.

Estamos obligados a reinventar a Venezuela. Tener como objetivo convertirnos en la potencia energética del continente equivaldría a migrar a la producción de nuevas fuentes energéticas alternativas a la exportación del combustible fósil. Es simple, pronto la mera explotación petrolera dejará de ser el gran negocio que hasta ahora ha sido.

Nuestra privilegiada posición geográfica y nuestros abundantes recursos naturales nos hacen ser una nación lista para iniciar nuevos desafíos en esta materia.  La “Siembra del Petróleo” de Uslar equivale hoy a migrar a nuevas fuentes de ingreso. La Venezuela  petrolera que se inició en 1936 está escribiendo su último capítulo. Ya no es sólo de sentido común, es de sobrevivencia. Las reformas no pueden esperar más. La patria está en jaque y no queremos pasar a la última fase del juego.

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