Alrededor del túnel de La Planicie, en Caracas, hay un entramado urbano
espeso, sobrepoblado, pintoresco y popular. Es uno de los sectores populares
más grandes de la capital, con una gran concentración de habitantes y también
de pobreza. El sector Los Eucaliptos no solo se enfrenta diariamente a la
carestía económica, sino a la vulnerabilidad de toda la infraestructura y a una
calidad de vida más que cuestionada. Pero es allí mismo, con esas condiciones
tan precarias, donde se está generando la semilla del cambio popular.
Entre tantas escaleras y recovecos. Entre casas con techos de zinc, las
mismas que ayer en las de techos de cartón que cantó Alí. Entre las esperanzas
de las madres por poder darles a sus hijos una vida digna, estable, de
educación, de sustento y de amor, el barrio tiene su luz. Los Eucaliptos quiere
ir hacia adelante, como toda Caracas. Por eso allí germinó la Casa del Lápiz,
un proyecto social de impacto directo en esta comunidad del oeste de la
capital, donde se brinda formación para el trabajo y empoderamiento de la
comunidad de la parroquia San Juan.
Luego de un trabajo arduo, que empezó poniendo una semillita e
integrándonos con la comunidad, desde la Fundación Arturo Uslar Pietri logramos
establecer esa Casa del Lápiz, para declararnos en campaña para desmontar la
violencia y acabar con el desempleo. Lo hacemos con la educación, desde los
sectores populares más necesitados promoviendo el emprendimiento.
Hemos constituido una alianza arraigada, profunda y solidaria con las
comunidades organizadas. Así cada quien pone su parte. Los vecinos ofrecen un
espacio dentro de sus hogares para que personas de la misma zona se formen en
distintos oficios, con instructores también de la comunidad. En Los Eucaliptos
estamos empoderando a las mujeres de Caracas, formándolas para el trabajo, para
que tengan un oficio. Y comenzamos con una primera etapa que es peluquería,
para convertirse en nueva emprendedoras y puedan echar pa´lante a su familia.
Es la educación lo único que marca la ruta para un empleo digno, un nuevo rumbo
que elimina la condena perpetua de la pobreza y la exclusión.
El contraste es claro. Afuera de la Casa del Lápiz aún se respira
pobreza. Adentro, entre paredes pintadas, espacios sanos y equipados por la
propia comunidad y disposición para aprender y trabajar en pro de las familias,
se respira emprendimiento, se respira alegría, se respiran ganas de lograr
cambiar a todo el sector desde sus entrañas.
Desde el primer día tuvimos a 24 mujeres de Los Eucaliptos en la primera
clase de técnicas de peluquería y belleza. Elizabeth Blanco y Gregorio
Hernández son los líderes que nos motivaron a iniciar este programa en este
sector, su espíritu admirable devuelve fe y esperanza en medio de la
adversidad. En este programa todas son beneficiarias de la iniciativa,
incluyendo dirigentes comunales y sociales. Estamos generando un impacto
social, acompañando, dándole una mano a este capital humano tan valioso que se
encuentran dentro de las zonas populares. No es regalando cosas sino formando,
fortaleciendo, para que las mujeres puedan ser dueñas de su propio destino y no
dependan de ningún gobierno ni de nadie.
Pero además la Casa del Lápiz se convierte en un estimulante del tejido social.
La casa de una vecina se convierte en centro de reunión de la comunidad, con el
objetivo claro de adquirir nuevas herramientas para el emprendimiento. Así se
reconstruyen las relaciones intracomunitarias, y así se genera un escudo contra
la violencia, contra la exclusión, contra el individualismo. Así generamos
cambio social, así luchamos de verdad contra la pobreza. No son dádivas, no son
migajas. Son alianzas sociales profundas para el progreso popular.
En los próximos días estaremos abriendo la Casa del Lápiz en El
Guarataro que, por iniciativa de la propia comunidad, está dedicada a los
niños, para reforzar los temas educativos, para acabar con las deficiencias del
sistema escolar, para brindar herramientas adaptadas a las realidades sociales
de nuestros sectores populares, allí donde el pupitre y el aula de clase pueden
pecar de estar desconectados de la realidad “real”. Y seguimos trabajando, para
crear un circuito de formación popular en todo el oeste de Caracas. Así hacemos
un cambio de verdad, rompiendo paradigmas y convirtiendo a Caracas en una
ciudad educadora, único modo de acabar con la violencia y la pobreza. No es un
eslogan, es un objetivo.
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