Hoy es
el día en que nuestros niños están llamados a regresar a clases, a continuar su
formación, a socializar con sus pares y con sus maestros, en fin, a
desenvolverse en un ambiente propicio para el crecimiento académico,
intelectual, espiritual y social. Así ocurrirá en muchas escuelas del país,
pero no en todas porque aún quedan muchas deudas que saldar.
Y deudas son precisamente las que tienen que afrontar padres y representantes para garantizar lo que el Estado les tiene negado, a pesar de estar escrito en la Constitución nacional: la educación gratuita. Que un niño vuelva bien equipado a las aulas cuesta casi un salario mínimo, y eso si la compra de los útiles escolares se hace en las ferias de precios más solidarios. Imagínense una madre que tenga tres niños, todos con derecho a estudiar y todos con la necesidad de formarse para encabezar mañana el desarrollo del país.
Lo hemos dicho muy claro: si no formamos al individuo no podremos desarrollar el país. Por eso es alarmante saber que lo abultado del bolsillo, o lo mermado que pueda estar, pone en peligro la educación de niños y adolescentes. Esos costos escandalosos no incluyen ni siquiera los libros de texto que también habría que sumar y que varían por cada año, por cada grado. ¿Dónde está la gratuidad de la educación establecida en la Carta Magna? ¿Por qué una madre, un padre, tiene que exponerse a la preocupación incesante de no tener suficiente cómo garantizarle a su hijo que vaya equipado a su formación? ¿Por qué tienen que haber niños que a fin de cuentas vayan sin útiles escolares a la escuela, con todas las consecuencias incluso anímicas y psicológicas que eso conlleva?
La respuesta es muy simple: por un gobierno irresponsable. El Estado está en la obligación de garantizar el cumplimiento del derecho a la educación pública, gratuita y universal. Pero no lo hace. Iniciativas para garantizar útiles, bultos, libros y alimentación sana, como las de la gobernación de Carabobo, Miranda, la del Zulia y otras, además de algunas alcaldías, son encomiables pero hace falta más. Desde el Ministerio de Educación deberían ocuparse menos de la politiquería y seguir esos ejemplos para cumplirle a los niños, y al país.
Hace falta un gobierno que asegure a los niños la dotación de uniformes, útiles escolares, libros de texto, alimentación balanceada y transporte escolar cuando se requiera. Eso se puede hacer con lo que hemos llamado el EduTicket, un mecanismo de financiamiento público donde el Estado da las herramientas a los padres y representantes para que los niños no dependan del quince y último de aquellos para continuar la formación, con un fondo especial para soportarlo, por ejemplo. Es apenas una idea de las muchas que pueden pensarse, diseñarse y aplicarse si tuviéramos un gobierno y un ministerio conectado con lo que hace falta para Venezuela.
Pero tal cosa no existe, especialmente porque su titular incluso miente al país. Hace algunos días la ministra Maryann Hanson dijo que han atendido 12.278 escuelas, y que en el país faltaban 250 más, además de 450 liceos y 2.800 preescolares. En su memoria y cuenta 2011, esta funcionaria, irresponsable y caradura, admite que solo construyó 5 escuelas en 2010 y 14 en 2011, cuando la meta son 3.500. Es un documento de su propio despacho.
Pero además, en la misma memoria y cuenta, Hanson reporta 330 escuelas reparadas, apenas el 2%, en 2010; y 206 en 2011, incluso menos: el 1,5%. En cambio, al menos 9 mil escuelas deben ser reparadas con urgencia. La mentira y el descaro a toda velocidad por los predios del Ministerio de Educación. Cifras oficiales que revelan el nulo interés que el gobierno tiene por la formación de las nuevas generaciones. Hemos dicho y ratificamos que educación es solución, por tanto debe ser prioridad. Hagámoslo posible.
BAUTIZO
Ayer domingo fue bautizado el libro "Héctor Grisanti Luciani, vida ejemplar" escrito por Luis Xavier Grisanti, con prólogo del Dr. Ramón J. Velásquez. El texto devela la vida de un abogado ejemplar, que ofreció su vida y esfuerzos a la construcción de un país moderno y donde imperara la justicia y el desarrollo, dedicándole sus mejores tiempos a la administración pública y a la actividad académica y la formación. Un libro-homenaje que bien merece ser leído. En especial por el ejemplo, se puede ser Juez y honesto, allí esta la base de la sociedad sana: la rectitud. Con Héctor Grisanti Luciani se deja claro que si es posible la Venezuela sana y decente.
Y deudas son precisamente las que tienen que afrontar padres y representantes para garantizar lo que el Estado les tiene negado, a pesar de estar escrito en la Constitución nacional: la educación gratuita. Que un niño vuelva bien equipado a las aulas cuesta casi un salario mínimo, y eso si la compra de los útiles escolares se hace en las ferias de precios más solidarios. Imagínense una madre que tenga tres niños, todos con derecho a estudiar y todos con la necesidad de formarse para encabezar mañana el desarrollo del país.
Lo hemos dicho muy claro: si no formamos al individuo no podremos desarrollar el país. Por eso es alarmante saber que lo abultado del bolsillo, o lo mermado que pueda estar, pone en peligro la educación de niños y adolescentes. Esos costos escandalosos no incluyen ni siquiera los libros de texto que también habría que sumar y que varían por cada año, por cada grado. ¿Dónde está la gratuidad de la educación establecida en la Carta Magna? ¿Por qué una madre, un padre, tiene que exponerse a la preocupación incesante de no tener suficiente cómo garantizarle a su hijo que vaya equipado a su formación? ¿Por qué tienen que haber niños que a fin de cuentas vayan sin útiles escolares a la escuela, con todas las consecuencias incluso anímicas y psicológicas que eso conlleva?
La respuesta es muy simple: por un gobierno irresponsable. El Estado está en la obligación de garantizar el cumplimiento del derecho a la educación pública, gratuita y universal. Pero no lo hace. Iniciativas para garantizar útiles, bultos, libros y alimentación sana, como las de la gobernación de Carabobo, Miranda, la del Zulia y otras, además de algunas alcaldías, son encomiables pero hace falta más. Desde el Ministerio de Educación deberían ocuparse menos de la politiquería y seguir esos ejemplos para cumplirle a los niños, y al país.
Hace falta un gobierno que asegure a los niños la dotación de uniformes, útiles escolares, libros de texto, alimentación balanceada y transporte escolar cuando se requiera. Eso se puede hacer con lo que hemos llamado el EduTicket, un mecanismo de financiamiento público donde el Estado da las herramientas a los padres y representantes para que los niños no dependan del quince y último de aquellos para continuar la formación, con un fondo especial para soportarlo, por ejemplo. Es apenas una idea de las muchas que pueden pensarse, diseñarse y aplicarse si tuviéramos un gobierno y un ministerio conectado con lo que hace falta para Venezuela.
Pero tal cosa no existe, especialmente porque su titular incluso miente al país. Hace algunos días la ministra Maryann Hanson dijo que han atendido 12.278 escuelas, y que en el país faltaban 250 más, además de 450 liceos y 2.800 preescolares. En su memoria y cuenta 2011, esta funcionaria, irresponsable y caradura, admite que solo construyó 5 escuelas en 2010 y 14 en 2011, cuando la meta son 3.500. Es un documento de su propio despacho.
Pero además, en la misma memoria y cuenta, Hanson reporta 330 escuelas reparadas, apenas el 2%, en 2010; y 206 en 2011, incluso menos: el 1,5%. En cambio, al menos 9 mil escuelas deben ser reparadas con urgencia. La mentira y el descaro a toda velocidad por los predios del Ministerio de Educación. Cifras oficiales que revelan el nulo interés que el gobierno tiene por la formación de las nuevas generaciones. Hemos dicho y ratificamos que educación es solución, por tanto debe ser prioridad. Hagámoslo posible.
BAUTIZO
Ayer domingo fue bautizado el libro "Héctor Grisanti Luciani, vida ejemplar" escrito por Luis Xavier Grisanti, con prólogo del Dr. Ramón J. Velásquez. El texto devela la vida de un abogado ejemplar, que ofreció su vida y esfuerzos a la construcción de un país moderno y donde imperara la justicia y el desarrollo, dedicándole sus mejores tiempos a la administración pública y a la actividad académica y la formación. Un libro-homenaje que bien merece ser leído. En especial por el ejemplo, se puede ser Juez y honesto, allí esta la base de la sociedad sana: la rectitud. Con Héctor Grisanti Luciani se deja claro que si es posible la Venezuela sana y decente.
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