El 7 de octubre se
vota entre dos nombres, entre dos proyectos, entre dos visiones de país, pero
también entre dos formas de afrontar la atención de los problemas. El día de
las elecciones presidenciales también se vota entre centralismo y
descentralización. Nosotros apostamos por lo segundo, no solo porque ha sido un
modelo probado y exitoso a pesar de fallas, sino porque esta última década de
centralismo y acumulación del poder en algunas oficinas de Caracas han dejado
una estela de corruptelas, ineficiencias y más problemas de los que se
intentaban resolver, si era el caso.
Con la
descentralización se acerca el poder al pueblo. Pero no es retórica. No se
trata del poder como la fuerza para imponer algo. Se trata del poder de
resolver problemas, de atender fallas, de dar respuestas a situaciones
particulares que necesiten atención prioritaria.
De nada sirve que si
en Guárico o Monagas hay un problema en un hospital, en una dependencia pública
o en alguna instancia de gobierno, el asunto deba llegar hasta la capital para
diseñar una respuesta. Ello lo que hace es alargar los tiempos y, por tanto,
los problemas que terminan acumulándose, haciéndose aún más grandes e
inmanejables y que cada cambio que tienen deben ser reevaluados desde Caracas.
Es un modelo inviable, a todas luces.
Eso se entendió
teóricamente hace dos décadas, y comenzó a aplicarse. Sí, hubo fallas. Sí, hubo
desviaciones. Pero cuando ellas ocurren el problema no es el modelo, sino su
aplicación. La descentralización no solamente acercó a los gobernantes con los
pueblos determinados de cada lugar, sino también los recursos y la capacidad
para dar respuestas.
Quién puede dudar, por
ejemplo, que en el estado Carabobo hubo un crecimiento. Nadie. Fue una región
que se convirtió en vitrina de cómo a mayor autonomía, a mayor identidad, a
mayor cercanía de la gente con las instituciones dan mejores resultados. Es lo
que ocurre también ahora con Miranda, por citar otro ejemplo, donde el gobierno
regional ha encarado soluciones rápidas y directas.
Es el esquema que hay
que profundizar, con alcaldes cercanos, abiertos, dedicados a servir a la
comunidad. Con gobernadores que entiendan la concepción más amplia de todo eso,
bajo un gobierno nacional respetuoso de tal descentralización y que trabaje en
equipo. Lo importante no son las parcelas, ni gubernamentales ni partidistas,
sino la gente. Allí ponemos el acento.
Ates lo hemos dicho:
Caracas es la primera víctima del centralismo. Algo que es paradójico termina siendo
una vergonzosa realidad. Cualquiera en la calle se da cuenta de cómo para
arreglar una calle, una acera, una alcantarilla, hace falta que intervengan
ministros y hasta el Presidente de la República. Los diferentes niveles de
gobierno están para atender diferentes niveles de ocupaciones, con objetivos
distintos. Por eso queremos una Caracas descentralizada, cercana, que brinde
soluciones, que funcione y haga funcionar el tejido estructural de la ciudad.
Claro que todo eso se
hace es con descentralización, con distribución justa y correcta de los
recursos nacionales y con trabajo en equipo, según la capacidad institucional y
el alcance de cada instancia.
El 7 de octubre eso
también está en juego. La descentralización es el modelo hacia el que Venezuela
había comenzado a caminar lentamente y es el camino que podemos profundizar
ahora incluso plateando cosas como las leyes de hacienda pública estadal y la
revisión de los mecanismos para el situado constitucional. Es parte de la
discusión.
En frente está el modelo
del centralismo, de la burocracia aumentada y paquidérmica, de la lentitud, de
los reclamos que deben llegar a Miraflores para que se ocupen de cuestiones en
cualquier punto lejano del país, y por tanto el de autoridades locales y
regionales que pueden desentenderse de su propia gente y mandarlos a reclamar
“pa’ Caracas”.
Votemos con
inteligencia. Votemos por la descentralización. Votemos por un país de trabajo
en equipo y no de exclusión, ni peloteo, ni lavada de manos. Votemos el 7 de
octubre.
17 AÑOS DE PROVE
Aprovechamos estas líneas para volver a felicitar a Proyecto
Venezuela en su 17º aniversario. Una organización nacida al calor de la
descentralización y que apuesta por profundizarla, sigue empeñada en lograrlo
ahora dentro de la Unidad más profunda, de la Unidad afectiva. Son casi dos
décadas de trabajo intenso, de abajo hacia arriba, que seguimos realizando para
afrontar los nuevos retos. La felicitación es para todos los que hacen de ProVe
una organización de avanzada, donde la voluntad popular abre el camino para
lograr los mejores resultados nacionales.
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