lunes, 3 de septiembre de 2012

Caracas a Lápiz # 70: Regreso a clases, regreso al caos


Se acerca el inicio del año escolar. Faltan apenas dos semanas para que los chamos deban volver a las aulas. Los que puedan. Lamentablemente muchos volverán a pasar buena parte del año académico, sino todo, sin recibir instrucción apropiada, formación para su presente y futuro. Será por múltiples razones, pero en estas líneas nos enfocaremos en la infraestructura educativa.

No se puede esperar que toda la población en edad escolar vaya a clases a partir del 17 de septiembre cuando no hay suficientes escuelas, liceos, salones ni pupitres. No hablar de las condiciones de muchas escuelas que sí recibirán a los niños y niñas pero para que sean testigos y víctimas de plantas físicas decadentes, baños de espanto y aulas que recuerden más a una cárcel que a un sitio para disfrutar de aprender. Porque la educación, a fin de cuentas, debe ser algo para disfrutar, para sentir orgullo y energía de saciar hambre de conocimiento, y no una obligación, unas horas en unos espacios terribles. Después cae la pregunta de por qué muchos jóvenes no quieren continuar sus estudios.

El año escolar 2011-2012 volvió a dejar por fuera a casi 4 millones de niños que no estudiaron, la misma exclusión promedio de los últimos 5 años, según el último informe de la Fundación Arturo Uslar Pietri, reflejando cifras de la memoria y cuenta del Ministerio de Educación y el Instituto Nacional de Estadísticas. ¿Cómo bajar esa alarmante cifra si las escuelas están en el piso?

La escuela 5 de julio de La Pastora es uno de tantos reflejos que en la realidad tienen los datos técnicos. Allí, a tan solo tres cuadras del Ministerio de Educación, del despacho de la ministra Maryann Hanson, la directiva y los maestros no quieren recibir a los niños, no porque no quieran trabajar, muy al contrario, sino porque saben del peligro que corren los alumnos si entran en esa casa del terror. 

La estructura tiene tres pisos con salones, pero todo el piso 2 tiembla si alguien brinca; aunque sea una sola persona. Imagínense qué le pasa a la estructura cuando está a toda su capacidad, con decenas de chamos, maestros y trabajadores adentro. Es una trampa mortal. El piso 3 fue declarado en emergencia por Protección Civil, y cuando llueve el lugar se inunda, mostrando además que todos los techos tienen graves filtraciones.

Además, el plantel no cuenta con el servicio de agua potable porque las tuberías están dañadas desde hace varios años. Para la limpieza de los baños, los estudiantes, maestros y profesores deben cargar el agua en tobos. ¿Así debe funcionar una escuela? A las aulas se va a aprender, a formarse en sociedad y con conocimiento para mejorarnos y mejorar al país, no a caletear tobos de agua porque no haya agua. Competa desidia. Inmoral desidia.

Pero la ministra se hace la que no sabe. La zona educativa brilla por su ausencia, y la preocupación roba el sueño a los maestros, responsables por su propia seguridad y la de sus estudiantes, frente a la irresponsabilidad de las autoridades.

El asunto, como lo denuncian en la puerta del recinto, afecta también la disponibilidad de cupos. No hay suficientes porque la planta física no aguanta tanta gente. Por tanto, muchacho que se retira, pupitre que queda vacante. ¿Una locura? Sin duda. Pero cuando un Gobierno no entiende que la educación es la solución más directa y permanente a los problemas sociales y de violencia e inseguridad, entre otros, pasan estas cosas.

Esa estructura en La pastora tiene 73 años. Fue construida a comienzos del siglo pasado, cuando aún mandaba Juan Vicente Gómez. Pero ello no es razón para su decadencia. De haberse ocupado de que la educación fuera la taza de plata de esta ciudad y de este país, se habrían hecho los mantenimientos y las restauraciones correspondientes a lo largo de todos estos años. Pero a los indolentes del ministerio eso no les pesa. Simplemente no les importa.

Por eso insistimos en nuestra propuesta de convertir a Caracas en una Ciudad Educadora, donde la escuela no sea uno más de los ranchos olvidados del barrio, sino un sitio de encuentro social y comunitario, donde la formación y el estudio de niños, jóvenes y adultos sea permanente. La escuela, en las mejores condiciones, debe ser el eje central de la reformación del tejido social. Queremos para Caracas y para todo el país grandes escuelas, de esas que ganan premios de arquitectura y que producen en sus aulas el desarrollo que insufla al país de sangre e ideas nuevas. Es la única forma de que Venezuela tome la senda correcta, la senda educadora. Educación es solución.

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