lunes, 6 de agosto de 2012

Caracas a Lápiz #66: Paremos el deslave de la violencia


El año avanza y la violencia aumenta. El país sigue siendo testigo de cómo se desangra la sociedad mientras desde los despachos y oficinas encargados de tomar medidas lo que hay, si acaso, son discursos.
Hay que entender que la muerte no es nada más una cifra, cada vez más abultada, cada semana. Decir que en un mes matan a 500 personas, que en lo que va de año hay casi 700 presos muertos dentro de las cárceles, o que ya pasan de 150 los funcionarios policiales abatidos es quedarse corto ante la realidad. No se trata recitar cifras, ni de darle carácter lúgubre unos números. Una muerte es tan lamentable como cientos.

Los jóvenes están a merced de la violencia. La edad alrededor de los 13 y 15 años es la más vulnerable, cuando se encuentran sin posibilidades de estudio, cuando el Estado no les da acompañamiento y cuando el hampa se les presenta como un camino viable para ganar dinero y estatus social. Ese panorama se pinta a cambio de robarles el futuro, pero eso no se lo dicen. Son jóvenes que si se entregan a la vida del hampa quizá nunca puedan tener una vida productiva ni una familia consolidada que contribuya a la reestructuración social. Al contrario, tomarán lo que hemos llamado la ruta a El Rodeo, o cualquier cárcel, a donde quizá vayan a parar para también desde allí verle la cara a la muerte a diario.

La cárcel venezolana, tan podrida y aún más corrompedora, recibe a venezolanos que han hecho mal (y a quienes caen sin tener que hacerlo por un sistema judicial ineficaz) solo para hacinarlos en lugares donde la corrupción, la violencia y el delito son normas. Se gradúan de malandros, como bien dice el argot popular.
Por eso debemos lograr graduar chamos en las escuelas, liceos, técnicos, universidades y el propio entorno social. Un niño que recibe buena educación es un miembro menos de una banda delictiva. Pero además, es alguien que le servirá al país. Cualquier venezolano que haga las cosas bien le sirve a la sociedad.

Imagina que el país pierda buena parte de su juventud a manos del hampa. Por ese camino en que estamos transitando no será raro que la sociedad se quede sin recurso humano capacitado. Simplemente no habrá suficientes jóvenes que asuman las riendas del país. La soberanía va más allá de defender con un fusil las fronteras, algo que tampoco se hace bien con este gobierno. La soberanía es que un país tenga la capacidad de tener determinar su propio rumbo y sus propios logros. Eso no lo vamos a poder hacer si no cuidamos nuestro recurso humano, si perdemos a quienes mañana tienen que trabajar y producir.

Además, si los propios funcionarios públicos también son arrastrados por ese deslave de la violencia, con policías muertos, con trabajadores de cárceles asesinados, el miedo se apodera de la sociedad y quiñen va a querer ser policía o funcionario después. Por si faltara más a perder generaciones completas a manos del hampa, también se pone en jaque la estructura del Estado. Se habla mucho del déficit de policía, pero si el gobierno no es capaz de que los uniformados hagan su trabajo con el menor riesgo posible nadie se va a querer inmolar así. Ser policía es una profesión de riesgo, eso está claro. Pero tampoco es un suicidio.

El tema es uno solo: la violencia. Y la respuesta es una sola: la educación. Educación como elemento de cohesión social, de futuro. Es la importancia d la escuela y el liceo para la siguiente generación y para evitar que los jóvenes se vayan a las bandas delictivas. Pero también formación de adultos, de responsabilidad ciudadana, para la generación del presente. Las soluciones no tienen que esperar décadas, pueden hacerse ya.

Caracas puede ser el primer ejemplo de ello. En la capital, donde la alarma está sonando más fuerte, puede aplicarse una nueva visión social para convertirla en una ciudad educadora, donde cada espacio se aproveche para la instrucción de nuevas formas de pensamiento y comportamiento, donde podamos rescatar los valores morales y diseñar los nuevos que garanticen que aunque el mundo avance y las sociedades se reinventen, la violencia siempre quede fuera.

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