lunes, 21 de mayo de 2012

Caracas a Lápiz # 55: Corren la arruga carcelaria


Con la clausura del retén judicial de La Planta, los vecinos de El Paraíso no tendrán que estar secuestrados por su entorno. En el camino quedan las balas que volaron, las marcas en ventanas y paredes, el miedo, el mal recuerdo, las asfixias y, lo más lamentable, el cadáver de Henry Molina, un inocente que murió por una “bala perdida” salida de esa cárcel.


Pero la realidad es que las balas, aunque perdidas, tienen responsables. Y esa bala se le escapó a la ministra de prisiones Iris Varela y al de Interior y Justicia, Tareck El Aissami. No basta con contentarse con que el recinto se clausura y los pranes se entregan. Esto tiene que ir más allá. Aún el gobierno no muestra el arsenal de guerra que estaba en manos de algunos presos gracias a la mafia que involucra a los custodios de las cárceles venezolanas. Aún el gobierno no dice nada sobre las más de 100 mil municiones. Silencio. Alegrías falsas y sonrisas forzadas queriendo asumir como un logro lo que en verdad es una gran tragedia.

El final del episodio de La Planta no fue “pacífico” como han querido hacer ver. La plomazón, los golpes a familiares, las bombas lacrimógenas no pueden ser considerados “pacíficos”. El diálogo final, o negociación, fue una consecuencia de la violencia, no un método para evitarla. Ahora trasladas el problema a otras cárceles ya de por sí hacinadas. Van corriendo la arruga, pisando un extremo del cuero seco penitenciario.
La crisis carcelaria seguirá existiendo mientras el retardo procesal sea su característica principal; mientras los penales estén sobrepoblados porque el Gobierno no ha construido ni un retén nuevo en 14 años y más bien ha cerrado varios; mientras las mafias permitan que los pranes se conviertan en autoridades puertas adentro –y afuera-; mientras no haya Estado que controle las cárceles, convertidas como ahora en verdaderos “territorios liberados” donde reina la violencia, donde las instituciones no tienen cabida, donde los derechos humanos ni existen, donde no hay reeducación ni reinserción sino entrenamiento delincuencial.

Y mientras tiros iban y venían durante dos semanas de conflicto violento, de una guerra en plena ciudad capital, nada se sabía del Presidente de la República. El Vicepresidente estaba ocupado de otras cosas, y a la Ministra de Servicios Penitenciarios simplemente se le salió el asunto de las manos. Iris Varela lleva ya un año en el cargo, creado a la luz de la guerra que también se desató en El Rodeo. Aún hoy no tiene nada positivo que mostrar, no tiene una gestión que justifique su nombramiento y mucho menos su continuidad en el cargo. La ministra Varela debe renunciar.

Uno de los pranes mayores de La Planta  fue protagonista de la crisis de El Rodeo del año pasado. Una demostración de que el problema no se soluciona simplemente con sacar presos y llevarlos a otras cárceles. Eso es esparcir el problema. Claro, pareciese que la orden fuera sacar el conflicto de Caracas, lejos de las cámaras de televisión, lejos de la prensa independiente y capitalina con proyección nacional. Es decir, meter el asunto bajo la alfombra en vez de solucionarlo. De hecho, los periodistas de los medios independientes no tienen acceso ni a fuentes oficiales, mucho menos al recinto ni a otros datos. Censura.

La crisis carcelaria, crónica y culposa, tiene solución dentro de los peales y fuera de ellos. Adentro hay que impactar a la población reclusa con educación. Formación, actividades permanentes, deporte, convivencia y valores, además de la clasificación de los internos por grado de peligrosidad, tipo de delito y condición judicial de si espera juicio o ya tiene condena. Jamás habrá reinserción si persiste adentro la exclusión, el ocio, las malas mañas y el delito continuado de un Estado dentro del Estado. Afuera, el sistema de justicia debe ser transformado completamente, así como sanear los cuerpos policiales y asegurar que los procesos se cumplan. Además, hay que decirlo, hay que construir más cárceles y mejorar las que están, porque la “humanización” que anunció Tareck El Aissami hace más de 6 años se quedó en mentiras.

Si un gobierno no es capaz de garantizar la seguridad en cárceles, que son recintos cerrados, jamás podrá lograr dominar la violencia suelta en las calles. Menos mal que la incapacidad tiene fecha de vencimiento.


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