La semana pasada en
la Policía de Caracas se vivió un hecho insólito, descabellado. Lamentablemente no fue algo inédito porque tampoco es la primera vez, pero qué
duda cabe que leer que en el año 2012 todavía se vean cosas así da por lo menos
indignación. En un allanamiento a la sede de PoliCaracas se encontraron dos
ciudadanos que habían sido secuestrados por funcionarios de ese cuerpo.
Lo ocurrido el
pasado martes fue desenlace de una denuncia valient de un caraqueño que fue
hasta Fiscalía para acusar a funcionarios de PoliCaracas de que lo estaban
extorsionando. Luego, unas comisiones del CICPC y del Ministerio Público
encontraron la camioneta de la víctima estacionada en la Brigada Motorizada del
cuerpo de seguridad. Se metieron y preguntaron pero los presentes no supieron
qué responder.
Entonces hubo el
allanamiento y las detenciones. Nayibe Castillo Rodríguez, Fuentes Torres
Wilmer y Andrid José Martínez, son quienes portando chapa de uniforme
presuntamente estaban involucrados en el secuestro. Otros cuatro uniformados se
dieron a la fuga. Total que son 7 manzanas podridas dentro de la Policía de
Caracas, cuya misión es protegernos en las calles de la capital.
Esto demuestra el
nivel de corrupción y de podredumbre que hay en ese cuerpo policial. Una policía
que en vez de proteger a los ciudadanos, se dedica al delito, al secuestro, a
la matraca, a la extorsión. No es algo que nunca se haya oído antes. Más de uno
en la ciudad tendrá su particular historia con esos uniformados y pudiera
relatarla. Pero el miedo no es juego, más bien queda como un valiente el
denunciante sabiendo que la corrupción teje sus redes por todo el sistema
policial y de justicia venezolano.
No dudamos de que
allí dentro haya funcionarios honestos y trabajadores. Pero no podemos quedarnos
solamente con la idea de que como no todos son malos pudiera ser peor. No lo
aceptamos. Por eso siempre hemos propuesto transformar a la Policía de Caracas,
porque este es un hecho que hay que condenar y repudiar, pero que también debe
servir para la reflexión. Nosotros hemos propuesto la fundación de una Academia
de Policía de Caracas para renovar de verdad la institución.
Educación es
solución, también para la limpieza policial. Hay que desmontar la corrupción de
un cuerpo armado desviado de sus funciones. Hay que formar nuevos funcionarios,
nuevos agentes, nuevos uniformados, con un concepto de servicio, de protección,
de responsabilidad ante el ciudadano caraqueño que, a fin de cuentas, es su
razón de ser. Hay que acabar con esa frase de “yo soy la ley”, porque se porta
una chapa. Hay que acabar con la idea de que un uniformado es el dueño de la
verdad, de la ciudad y de las normas, en vez de un vigilante de su cumplimiento
y de la tranquilidad social.
Esa academia de
policías que hemos propuesto debe no solamente formar a nuevos funcionarios,
sino regresar a los actuales, a los que patrullan las calles, al aula para
aprender nuevos métodos, refrescar conocimientos y, sí, espantar todo vicio que
pudiera estarse gestando. Eso hay que hacerlo y con urgencia.
En paralelo, hace
falta una depuración policial. Pero no una como la que tantas veces se ha
anunciado, donde salen funcionarios corruptos que terminan engrosando las filas
de otros cuerpos armados. No. Hace falta intervenir la institución, revisar expedientes,
hacer seguimiento a las faltas y desmontar la corrupción que, en muchos casos,
es lo único que guía a ciertos policías.
Con una Academia de
Policía de Caracas podemos enfocar los esfuerzos y los recursos en no volver a
leer este tipo de informaciones de nuevo, no porque no se sepan, sino porque no
ocurran. Lamentablemente, el alcalde ausente, ahora más enfocado en liderar un
comando de campaña presidencial, ahora dirá que no tiene tiempo para ocuparse
de quienes vivimos en esta ciudad y en este municipio. Caracas merece una
policía de primera calidad, de servicio, de respeto, bien preparada, equipada y
remunerada, que sea ejemplo para todo el país.
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